CAMINO XIII
Escucho suaves murmullos
por el pasillo del hotel.
Correcalles de niños y alguna
mamá medio dormida.
Es la hora del desayuno.
En la habitación de al lado un televisor
habla de un atentado con 52 muertos en
la cola de una panadería de Kabul.
Me levanto y enjuago mis recuerdos ante un espejo
demasiado grande para mí.
Subo hasta la décima planta donde se encuentra
el restaurante y me siento en una mesa para dos.
No existen las mesas para uno.
Un niño me observa desde la de al lado mientras
juego con el tenedor y la servilleta
del hotel.
La soledad es esto,
tiempo sin esperanza.